DAME LA MANITA, PEPE LUIS...



En la India se la conoció con el nombre de Samudrika Shastra, para luego en el mundo occidental ser conocida como quiromancia. En realidad en la India ese nombre aludía al estudio del cuerpo entero y de varios signos en él. A partir de entonces, su estudio se fue expandiendo y ampliando por todo el mundo: China, Caldea, Persia, Egipto, etc.



En Occidente la quiromancia tiene un origen de aproximadamente 5000 años. Durante todos estos años ha habido una larga tradición que ha pasado por diferentes épocas y culturas; del pueblo griego al pueblo romano, de éste a la Edad Media…, hasta que llega a nuestros días.
En un antiguo y completo manuscrito de Serafin Spoccani y su “Scienza della mano o sia chiromanzia” (año 1711), hacía un detallado estudio donde contemplaba además, la posibilidad de averiguar asuntos de salud.



La palabra quiromancia llega a nosotros a través del pueblo griego. El término “quiromancia” proviene de las palabras griegas quiros (palma de la mano) y mancia (adivinación). El primer indicio que tenemos de la quiromancia en Europa es un libro sobre el estudio de las manos que Aristóteles encontró en Egipto, encima de un altar dedicado al dios Hermes. Según se dice, la obra estaba escrita en árabe y en letras de oro.



Aristóteles regaló ese libro a Alejandro Magno, quien mandó realizar su traducción al latín para que pudieran conocerlo los eruditos europeos. De este modo, la lectura de la mano se extendió rápidamente por todo el mundo como una importante disciplina de estudio.



De la misma época, se han encontrado escritos relacionados con el estudio de la mano en la India y en China, culturas que siguen siendo fieles a esta antigua tradición. Otros documentos encontrados en América Latina son posteriores al descubrimiento del continente americano. Sin embargo, se sabe que tanto los aztecas como los incas fueron grandes estudiosos de la palma de la mano.



Se pueden encontrar elementos aislados referentes a esta tradición en casi todas las culturas y continentes, pero no es hasta mediados del siglo XX y principios del siglo XXI cuando se puede comprobar científicamente la autenticidad de la lectura de las manos.



Entre cerebro y mano existe una estrecha relación. De hecho, la antropología clásica nos dice que el cerebro no hubiera llegado a evolucionar tanto si no hubiésemos tenido como herramienta la mano.

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